En una iniciativa conjunta de alto impacto humano y formativo, el COITT/AEGITT en colaboración con el CEET, ha impulsado unas jornadas de robótica educativa dirigidas tanto a estudiantes de bachillerato como a niños hospitalizados. Una experiencia transformadora que acerca la ingeniería de telecomunicaciones a nuevos públicos, en contextos tan diversos como inspiradores.
Una colaboración que conecta vocaciones tecnológicas con compromiso social
Bajo el liderazgo de la Comisión de Captación y Vocación Tecnológica del CEET, se llevaron a cabo dos actividades clave en Zaragoza: una en un instituto de educación secundaria y otra en un aula hospitalaria. Ambas experiencias pusieron la robótica educativa al servicio del aprendizaje, la motivación y el bienestar, demostrando que la vocación tecnológica puede ser, también, profundamente humana.
Robots, lógica y vocaciones STEM en el aula
En el instituto, los estudiantes de bachillerato exploraron el universo de las telecomunicaciones a través de robots como el M-Bot y el Bee-Bot. Mediante juegos de programación y dinámicas colaborativas, descubrieron que la ingeniería no es solo cosa de genios con bata blanca, sino un camino accesible, creativo y con futuro.
Además de conocer de cerca las “hard” y “soft skills” necesarias en la carrera, el alumnado rompió barreras mentales sobre la dificultad de los estudios técnicos, gracias a una metodología participativa que dejó claro que la ingeniería también puede ser divertida.
Tecnología que acompaña y cura
La intervención en el aula hospitalaria no solo llevó robots, sino también sonrisas y estímulos cognitivos a niños ingresados. Actividades como la búsqueda del tesoro con Bee-Bot o el juego de los “mensajes secretos” en binario, permitieron combinar entretenimiento con aprendizaje, respetando los ritmos y necesidades de cada pequeño paciente.
Esta acción demuestra que la ingeniería también puede (y debe) tener una dimensión social, llevando conocimiento, ilusión y oportunidades a contextos donde más se necesitan.
Retos y adaptabilidad: ingredientes clave
Como en toda buena misión tecnológica, también hubo desafíos. En el instituto, la clave fue enganchar a adolescentes inicialmente desinteresados. ¿La solución? Más juego, menos teoría. En el hospital, la incertidumbre sobre los perfiles y edades de los participantes se superó con planificación flexible y materiales adaptables. Porque la innovación no solo va de chips y sensores: también de empatía, agilidad y propósito.