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"Los telegrafistas y la República", por Nicolás Puerto

Desde su creación, las Redes de Telecomunicaciones supusieron un gran avance para el desarrollo de la sociedad y para la cohesión social y política de los estados en el siglo XIX. A su vez, como hoy sucede con Internet, permitían una palanca fundamental en las capacidad de organización y actuaciones de los movimientos revolucionarios y sindicales.

De ahí que estas redes han sido siempre rígidamente controladas por el aparato del Estado, tanto en sus accesibilidad como en la elección del personal especializado que tenía que operar con ellas. La primera de estas redes de nuestro país, la Red Telegráfica del Estado, fue adscrita desde sus inicios al Ministerio de la Gobernación y sus funcionarios de mayor rango eran preferentemente elegidos procedentes del ejercito, la guardia civil o los carabineros.

No obstante, desde la creación del Cuerpo de Telégrafos el 22 de abril de 1855, los telegrafistas se caracterizaron por ser un gremio muy reivindicativo. El continuo activismo de los telegrafistas durante los sucesivos gobiernos de principio de siglo, en muchas ocasiones no sólo por mejoras económicas sino por la falta de dotaciones materiales y de personal de este servicio público, les valió el apelativo de rojos , sobre todo después de su fundamental participación en los hechos del advenimiento de la República el 14 de abril de 1931.

El triunfo de las izquierdas en las grandes ciudades en las elecciones municipales del 12 de abril desata una crisis de Gobierno que hace que en la misma mañana del día 13, el presidente Aznar responda así a las preguntas de los periodistas: "Qué más crisis quieren ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano". Estas frases, que llegan al oído del Gobierno provisional republicano, dan un gran ánimo. El monarca Alfonso XIII se dispone a abandonar España. El teniente general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, expide el siguiente telegrama el mismo día trece a las nueve de la noche a todos los jefes de tercio: "Disponga usía las órdenes convenientes para que las fuerzas a su mando no se opongan a la justa manifestación del triunfo republicano que puedan surgir del ejército y del pueblo". A la salida de los diarios vespertinos, el pueblo de Madrid se echa ala calle y ante la actitud de la fuerza pública que desatendía las órdenes del Marqués de Hoyos desde el Ministerio de la Gobernación, permanecen con gran alegría y frenesí hasta pasadas las dos de la madrugada del siguiente día catorce. A las 15.20 del mismo día catorce, en la Sala de Aparatos del Palacio de Comunicaciones de Cibeles en Madrid, se recibe el siguiente telegrama: "Aquí el jefe de centro de la República de Barcelona, que se ponga el jefe de centro de la República de Madrid". Ante la sorpresa de sus compañeros, un funcionario telegrafista levanta con ambas manos la cinta recibida y grita: ¡Viva la República!, creándose en todo el Palacio de Comunicaciones la lógica euforia y expectación del personal.

A partir de ese momento las situaciones se desenvuelven con rapidez. Surge una bandera roja, compuesta por sacas postales de "valores" que a toda prisa acababa de coser una señora encargada de los lavabos, la cual varios empleados colocan en una de las ventanas que dan al Paseo del Prado. También se arrojan por las ventanas de la Sala de Aparatos Telegráfica rollos de papel, de los que se utilizan para la recepción de mensajes, en los que se escriben frases alusivas a la proclamación de la República. Abajo, en la calle, la gente contempla la nueva enseña entre abrazos y vivas al nuevo Gobierno. Los hechos se suceden vertiginosamente. A las 15.30 llegan al Palacio de Comunicaciones varias personas, entre las que se encuentra un capitán de la Guardia Civil de paisano, con trozos de tela de color gualda, rojo y morado y con la ayuda de algunos funcionarios los colocan en el mástil situado en uno de los torreones centrales del edificio. La fuerza pública a caballo, que ocupa la Plaza de Cibeles, se mantiene neutral. El público llega de todas partes a las proximidades del edificio de Comunicaciones. Se forman grupos que portando banderas tricolores invaden el centro de Madrid. Con jubilosa algarabía la gente se desplaza hasta la Puerta del Sol. A las siete de la tarde toma posesión el nuevo Gobierno.

Meses después, con motivo de la entrega por parte del diario Crisol de una bandera republicana a los funcionarios de Comunicaciones, su director, Félix Lorenzo, escribe refiriéndose a los sucesos del catorce de abril, en una página del número correspondiente al 23 de enero del siguiente año:

"En tales instantes, cuando la ansiedad y la emoción paralizaban casi los latidos de la ciudad, vosotros, iluminados, arrebatados por un impulso irrefrenable, elevasteis vueltra bandera en lo alto del Palacio de Comunicaciones. Gesto magnífico. Aquel lienzo audaz tenía todo el ímpetu retador de una bandera de combate y, al mismo tiempo, la serena, la angustiosa solemnidad de una sanción histórica".

 

Nicolas Puerto Barrios. Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones y Periodista. Primer Premio Nacional de Prensa e 1983 a instancias de la ONU y la UIT por el Año Mundial de las Comunicaciones.
Gracias.

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